Barcelona startup: Los primeros 25 años de esta apasionante aventura

Nota del editor: Nos complace ofrecer un extracto del libro Barcelona startup escrito por Mar Galtés y publicado por Libros de Cabecera.
En la última década del siglo XX, en el Silicon Valley de California, florecían las primeras empresas de internet, el motor de la llamada Nueva Economía. Fueron años de exuberancia, de grandes proyectos, de valoraciones billonarias. No había referencia histórica para comparar, pero se intuía una revolución.
En la última década del siglo XX, Barcelona no se había recuperado aún de la resaca olímpica, de la gran transformación urbana de la ciudad acometida para acoger los Juegos de 1992. La ciudad se reconcilió con el mar. Por increíble que parezca, durante décadas le dio la espalda al mar: en Barcelona no había casi playa. Barcelona se debatía por encontrar su lugar en el mundo en ese momento de cambios de paradigma sociales y económicos.
La nueva economía costaba de entender, incluso para un tejido empresarial de histórica trayectoria industrial y comercial. En octubre de 1999, el fundador de Olé, el primer portal de internet en España, ya entonces integrado en Terra/Telefónica, dio una conferencia a más de un centenar de empresarios y directivos reunidos por PriceWaterHouseCoopers y La Vanguardia. Pep Vallès les explicó su experiencia como emprendedor y su visión de la nueva economía. «La cultura del garaje se asocia solo a Estados Unidos, pero aquí también se hacen cosas», dijo Vallès. Y aseguró que «en Barcelona se dan las condiciones para crear el Silicon Valley europeo. Hay mucha gente trabajando desde hace tiempo, buenas empresas, buena formación y una facilidad de improvisación que es imprescindible en internet. Podemos ser tan competitivos como los americanos y tenemos que saber aprovecharlo».
Eso lo dijo Pep Vallès en 1999. Seguramente entonces nadie del auditorio entendió muy bien qué significaba para Barcelona esa referencia a Silicon Valley, ni hoy nadie se acuerda de Pep Vallès (a esa historia volveremos).
Pero Barcelona, la ciudad olímpica, del diseño, de Gaudí, del Barça, ya destacaba en la agenda internacional. The Industry Standard, un medio online que entonces se autodefinía como la biblia de la nueva economía, celebró su primera conferencia internacional en mayo del año 2000, y eligió organizarla en Barcelona. Durante tres días Barcelona se consideró «la capital mundial de internet». En esa época, internet tenía una penetración de solo el 13% en la población española.
El evento de The Industry Standard tuvo lugar en el Hotel Arts. Entre los asistentes estaban el comisario de Empresa y Sociedad de la Información de la Unión Europea; el presidente de America Online International, que era la mayor compañía del mundo de internet; los responsables para Europa de Netscape, Yahoo! o Nasdaq; el fundador y presidente de easyGroup —la aerolínea EasyJet, que inventó el low cost—, Stelios Haji-Ioannou; o emprendedores estrella de momento como el uruguayo Fernando Espuelas, fundador de Starmedia —primer portal de internet en español—, o la fundadora de Lastminute, Martha Lane Fox. Estaban Martín Varsavsky, emprendedor argentino fundador de Ya.com (Jazztel), y el fundador de MyAlert, el español Javier Rodríguez Soler.
Pero esa conferencia tuvo poco que ver con el tejido empresarial de Barcelona. Salvo eDreams, empresa que acababan de crear en Barcelona un mexicano y un estadounidense… ni rastro de startups catalanas en el programa y muy pocos locales entre los asistentes. Sin embargo, la elección de Barcelona no era casual, y así lo expliqué entonces:
Barcelona se ha convertido en una ciudad atractiva para las nuevas empresas puntocom, que buscan atractivos y calidad de vida más allá de una posición geográfica estratégica. “Montar la empresa en Barcelona es una manera de atraer a buenos profesionales europeos. En las ‘startup’ es básico fidelizar y a la gente le gusta vivir aquí”, explica Greg Lee, californiano fundador del portal de fotografía y música Viacarla, con sede en Barcelona. “En la práctica esto se traduce en que se están creando en Barcelona muchas ‘guiri.com’”. Coincide Enrique Jungbauer, responsable de la consultora sueca Icon Medialab: “Desde todos los países donde llueve es fácil atraer a la gente a Barcelona. Además, en la ciudad hay una buena base en lo que se refiere a formación, profesionalidad y creatividad”. El World Trade Center es el centro neurálgico de muchos de estos nuevos negocios: el 60% de su espacio lo ocupan empresas de internet, como la agencia de viajes eDreams, que nació en Silicon Valley pero que tiene su sede en Barcelona; la firma de comercio electrónico Ecuality (la tienda Alcoste.com); la consultora francesa Fi System; Lastminute Network; Loop Telecom; la consultora e incubadora Netjuice; Ocxon Digital; la firma de sistemas de seguridad en la red Safelayer; Excite; la operadora de cable Menta, y otras empresas de software y telecomunicaciones.
Era mayo del 2000. Veinte años después, el escenario ha cambiado radicalmente. Muchas de esas empresas mencionadas ya no existen. Pero el sector digital se ha consolidado. Ya no es una anécdota liderada por guiris. Barcelona ha conseguido crear su propio relato emprendedor e innovador, que integra emprendedores y empresas, locales e internacionales. Se visualiza a través de éxitos que revierten en la ciudad y que confirman el concepto de ecosistema. Un ecosistema digital es la conjunción de dinero, talento y casos de éxito que se retroalimentan.
Dos hitos ayudaron a crear definitivamente conciencia de ecosistema y tener visibilidad más allá del propio ecosistema. En el 2016, Barcelona Tech City, la asociación sin ánimo de lucro creada por los propios emprendedores de la ciudad, inauguró el Pier 01, un edificio que tangibiliza a nivel urbano esta nueva dimensión. Y a finales de 2017, el fondo de inversión Atomico situó a Barcelona como la tercera ciudad europea preferida por los emprendedores europeos para montar su startup.
De repente, la ciudad aparecía en una liga en la que nunca antes había soñado: no va de fútbol, ni de turismo, ni de diseño. Va de competitividad, de economía y de talento. De modelo de futuro.
En 2019 en Barcelona funcionaban unas 1500 startups digitales (según los datos de Acció), con unos 17 000 empleados. El sector en su conjunto se calcula que emplea a más de 40 000 personas (entre startups, corporates y todos los servicios alrededor). El 15% de los fundadores de estas startups son extranjeros y el 21% son mujeres. El número de empleados extranjeros es de un 20%.
Sin embargo, ¿puede Barcelona compararse con Londres, París o Berlín? ¿Puede llegar a competir con el ecosistema de startups de Israel? ¿Cuán lejos está Silicon Valley? ¿Barcelona es la tercera europea preferida por los emprendedores para crear su startup, como dice el informe de Atomico, o es la 44 en el ranking de clústers de innovación mundial según el Global Innovation Index 2019 de la escuela de negocios INSEAD y de la World Intellectual Property Organization (WIPO)? ¿La eclosión de empresas y emprendedores digitales es la palanca de una auténtica revolución económica y social de la ciudad, o vivimos en un exceso de autocomplacencia?