Cómo aumentar tu impacto y generar credibilidad y confianza cuando presentas tus ideas o proyectos

Nota del editor: Nos complace ofrecer un extracto del libro Saber venderte. Desarrolla tu people agility escrito por Jordi Villar y publicado por Libros de Cabecera.
Otra de las características de las personas con una alta dosis de people agility es la capacidad de expresar sus propias emociones. Este es un aspecto especialmente relevante a la hora de comunicar.
Todavía me acuerdo de un caso que viví hace unos años. Un día el director de logística de la empresa en la que trabajaba vino a verme para pedirme ayuda. Me dijo que quería mejorar las habilidades de comunicación de su equipo (y las suyas propias), porque tenía la sensación de que a veces no conseguían generar la suficiente credibilidad y confianza en aquellos a los que exponían sus planes.
Nos pusimos a trabajar en ello. Después de asistir a unas cuantas de sus presentaciones me di cuenta de una cosa: todos ellos eran muy buenos haciendo el análisis de la situación y explicando lo que se debía hacer y por qué. De hecho, sus presentaciones eran intachables. Pero les faltaba algo: les faltaba humanidad. Su forma de comunicar se basaba en un análisis estrictamente racional y objetivo de los números. Y eso es bueno… Pero cuando uno las escuchaba, sentía que faltaba algo. Y ese algo eran las emociones de las personas que habían hecho el análisis. Ellos sufrían su propia versión del efecto Superman. Se afanaban tanto en parecer perfectos que parecían demasiado perfectos. Y, contrariamente a lo que se podría esperar, eso les restaba credibilidad y generaba cierta desconfianza. ¿Por qué? Porque el mundo no es perfecto. Las cosas no son perfectas. No todo encaja siempre a la perfección. De hecho, cuando vemos que algo parece perfecto tendemos a desconfiar.
No hace mucho leí un libro sobre Pixar, la empresa que ha llevado a la pantalla películas como Toy Story o Los Invencibles. Su fundador y consejero delegado, Ed Catmull, explicaba que cuando los diseñadores gráficos realizan una escena deben asegurarse de que en los movimientos de los personajes haya cierta «imperfección», que haya una cierta sombra de duda. Los movimientos no pueden ser precisos y exactos, porque eso les resta credibilidad. Si ese es el caso, no somos conscientes de qué falla… pero nuestro cerebro siente que algo falla, que hay algo que no encaja. Por eso, si un personaje va a girar a la derecha los diseñadores se aseguran de que justo antes haga un pequeño gesto que haga parecer que va a girar a la izquierda. Y eso hace que luego el movimiento nos parezca más real. Es curioso.
Y cuando alguien presenta sus conclusiones pasa lo mismo. Si solamente comparte la parte del análisis racional, por mucho que cuadren los números sentimos que falla algo. Cuando uno ha de tomar una decisión como la de cómo mejorar el flujo de mercancías de la compañía siempre tiene dudas. Las decisiones son fruto de un proceso de análisis de la situación inicial, de definición de alternativas y de al final escoger la que nos parece mejor. Y a la hora de escoger uno siempre tiene dudas. Siempre ve ventajas y riesgos en cada opción. Eso es humano. Y justamente eso es lo que les faltaba a mis compañeros de logística: ellos no compartían esa parte del proceso. Ellos no compartían cómo se habían sentido y las dudas que habían tenido, y eso les hacía parecer robotizados y les restaba credibilidad a ojos de los demás.
Cuando alguien nos explica cuál era el reto que tenía ante sí, la situación inicial de la que partía y la decisión que ha tomado, y a eso le añade cómo se sintió en el proceso y cómo se siente con la decisión final, entonces hace que nos parezca más humano, más creíble, y nos genera una mayor confianza, porque nos permite empatizar con esa persona.
En tu caso, por ejemplo, si has de presentar una recomendación para un proyecto deberías asegurarte de incluir frases como: «Al inicio tuve ciertas dudas sobre si tirar por aquí o por allá… porque ambas direcciones ofrecían buenas posibilidades… pero al final me he decidido por xxx, porque analizando los datos concienzudamente he visto que es la mejor opción. Y, aunque nada es perfecto, eso hace que me sienta muy confiado en que va a funcionar».
Si a tu análisis racional le añades cómo te sentiste en el proceso, tus emociones (tuve dudas, me siento confiado…), eso te ayudará a que los demás tengan una mejor imagen de tu propuesta y a que les parezca más creíble. Porque así van a entender mejor cómo llegaste a ella y van a poder empatizar contigo. Porque todo el mundo duda, y es bueno saber que tú también… Igual que es bueno saber que alguien que es tan concienzudo en su análisis dice que se siente confiado y seguro de sí mismo. Esa es una muy buena forma de generar confianza y credibilidad en lo que dices. A todos nos gusta que los demás nos digan que somos personas empáticas… y tú puedes facilitar que los demás se sientan bien consigo mismos permitiendo que puedan ser empáticos contigo. Eso hará que tengan más ganas de volver a hacerlo otra vez, porque a todos nos gusta sentirnos bien. Y para conseguirlo tan solo has de compartir una parte de tus emociones con ellos.
A la hora de exponer tus propuestas asegúrate de explicar los datos en los que te basas, y también de compartir cómo te sientes al respecto y las emociones que has experimentado en el proceso.
Explicar o hacer sentir. Este es el quid de la cuestión a la hora de compartir tus emociones con los demás
La forma en la que expreses tus emociones va a influir sustancialmente en la etiqueta que te pongan los demás. Por lo tanto, debes tener cuidado en cómo lo haces. Si bien es cierto, como te he dicho en el punto anterior, que compartir tus sentimientos es una muy buena forma de ganar en credibilidad a ojos de los demás, también lo es que la forma en la que compartas tus emociones es muy importante.
Si conoces algo sobre la inteligencia emocional probablemente sabrás que dos de los elementos más importantes de la misma son la autoconciencia y la expresión emocional. Es decir, hasta qué punto somos conscientes de las emociones que sentimos en cada momento y del impacto que tienen en nuestro comportamiento, y hasta qué punto compartimos esas emociones con los demás. Lo ideal es que ambos factores estén en equilibrio. Y eso es lo que las personas que tienen people agility consiguen.
Para que tu expresividad emocional juegue a tu favor y te ayude a que los demás te etiqueten como a alguien creíble, razonable y sereno, debes controlar la forma en la que expresas tus emociones.
¿Dónde está el riesgo? Las personas que son muy expresivas, pero tienen poca autoconciencia emocional, tienden a no darse cuenta de hasta qué punto son demasiado expresivas. Tienden a hacer sentir a los demás sus emociones. Si están cansados, se muestran irritados durante la reunión. Si se sienten frustrados por algo, la emprenden con el primero que pasa y le echan la caballería encima. Si están contentos por una buena noticia que han recibido, se muestran eufóricos y no paran de acaparar la palabra y de hacer bromas con todo el mundo. Y no se dan cuenta ni del efecto que su comportamiento tiene sobre los demás, ni de la forma en la que afecta a cómo lo perciben a él.
Por ejemplo, si llevan una mañana dura y están frustrados porque algo no ha ido como esperaban, o porque les acaban de pedir que modifiquen un proyecto en el que han estado trabajando mucho, tienden a no darse cuenta de hasta qué punto están tensos y estresados, Y entonces, cuando alguien les pone alguna pega en la siguiente reunión, esa es la gota que colma el vaso y descargan sus emociones sobre los demás. «¡Ya estamos otra vez! Esto ya lo hablamos hace semanas... ¡siempre estáis cambiando las cosas a vuestro gusto! ¡Es que así no se puede trabajar!». Y los demás no entienden nada y lo etiquetan como al «susceptible» o al «irascible». Y este no es precisamente el tipo de perfil que alguien busca para poder hacerse cargo de un proyecto importante, o para aspirar a un cargo mayor. Y tampoco es la mejor forma para que los demás valoren el trabajo que uno hace…
Entonces, en tu caso, ¿qué debes hacer cuando estés estresado, frustrado o enfadado por algo que haya pasado antes, o por lo que alguien te acaba de decir?
Una persona con people agility explica a los demás cómo se siente, en lugar de hacer sentir a los demás cómo se siente.
Hay una gran diferencia. Y también genera una percepción muy distinta en las personas que te rodean.
Por tanto, en lugar de tener una reacción emocional descontrolada, en tu caso podrías decir algo como: «Mirad, la verdad es que creo que volvemos a un tema del que ya hablamos, y eso me hace sentir un poco frustrado…». Y lo podrías decir en un tono calmado. De esta forma conseguirías que los demás entendiesen cómo te sientes y el efecto que lo que ellos están haciendo tiene en ti, y así facilitarías que pudieran ser empáticos contigo. Por ejemplo, eso facilitaría que te preguntaran por qué te sientes así, y también que estuvieran más dispuestos a buscar formas alternativas o soluciones, porque, en general, a las personas no nos gusta darnos cuenta de que lo que hacemos daña o molesta a los demás. Y esa forma de reaccionar, además de permitir llegar a una solución mucho mejor, permitiría que los demás te vieran como a una persona sensata, razonable y empática, que explica cómo se siente y a la vez está abierta a escuchar. Y eso sí te interesa. O, por ejemplo, antes de empezar la reunión podrías decir algo como: «Perdonad si hoy os parezco un poco seco o tenso, pero es que no veáis la mañana que llevo…». De esta forma vas a conseguir dos cosas: en primer lugar, ser más consciente de tu propio estado de ánimo y de cómo lo transmites, y en segundo lugar vas a facilitar que los demás sean más comprensivos y te juzguen de una forma más benevolente.
Si en lugar de compartir cómo te sientes les haces sentir cómo te sientes y descargas tu frustración sobre ellos, es mucho más probable que los demás te vean como alguien excesivamente emocional e inestable, y que eso no beneficie en nada ni a tus ideas ni a tu carrera. Y, además, es probable que eso genere una reacción defensiva por su parte, y que a su vez también descarguen su frustración en ti… Por eso, antes de entrar en cualquier reunión párate y haz un examen de tu propio estado de ánimo. ¿Estás acelerado? ¿Estás enfadado por algo que te ha pasado o te han dicho? ¿Estás eufórico? Entonces respira con calma y profundamente, y piensa en la imagen que quieres dar ante los demás. Ellos no son culpables de cómo te sientes… o sea que piensa en cómo quieres comportarte para que se lleven una buena impresión de ti. Y cuando lo tengas claro, entra.
Esta es una forma sencilla y rápida de aumentar tu nivel de autoconciencia emocional. Las personas que tienen poca people agility no lo hacen. Simplemente no se dan cuenta de cómo se sienten, del nivel de estrés, tensión, frustración o euforia que llevan encima, y actúan de forma automática. Simplemente reaccionan echándolo encima de los demás, y así les va…