¿Qué es el EBITDA?

Nota del editor: Nos complace ofrecer un extracto del libro El secreto para interpretar balances de un vistazo escrito por Joaquín Puerta Gómez y publicado por Libros de Cabecera.
Cuando leemos la información económica de las empresas en la prensa podemos darnos cuenta de que raras veces se hace referencia al beneficio de explotación, sin embargo, el término EBITDA es muy utilizado.
EBITDA –Earnings Before Interest, Taxes, Depreciation and Amortization–.
Es el resultado de explotación calculado sin tener en cuenta los gastos por depreciación y amortización de los activos. Es un concepto importado del que no hay referencia, ni homólogo en la normativa contable española; sin embargo es, sin duda, un término ya de sobra extendido y un tanto de moda en el lenguaje financiero.
El EBITDA hace referencia al resultado de explotación, busca determinar lo que genera actividad propia del negocio principal de la empresa; no obstante, excluye las amortizaciones, un gasto necesario para la actividad que tiene unas características muy concretas.
Las amortizaciones representan la pérdida de valor de los bienes de inversión. La depreciación de la furgoneta, el desgaste de la maquinaria, la pérdida de valor de los ordenadores. ¿Cuánto se desgasta una herramienta? Depende de su uso, de quién y cómo se esté utilizando, de las condiciones en las que trabaje; en definitiva, de muchos factores. Valorar su desgaste, su pérdida de valor, es realmente difícil, por tanto, es un gasto bastante subjetivo, complicado de determinar y difícilmente comprobable.
En definitiva, lo que el EBITDA pretende es obtener una imagen más fiel de lo que la empresa gana o pierde por el ejercicio de su actividad exclusivamente, de ahí que sólo tome los gastos del negocio que son ciertos y que efectivamente se van a pagar.
Tener esta visión del resultado de explotación tiene sus ventajas: es una mejor aproximación a la caja que genera la actividad, lo que permite compararlo con la deuda pendiente. Sin embargo, también tiene el gran inconveniente de menospreciar un gasto que para muchas empresas puede representar uno de los mayores para su negocio, por lo que el resultado de explotación quedaría totalmente desvirtuado. ¿Imaginas la cuenta de explotación de Renfe sin las amortizaciones de sus trenes e instalaciones?