Libros de Cabecera

¿Qué es un intraemprendedor?

José Manuel Vega
Intraemprendedores. Reinventa tu empresa con espíritu start-up

Nota del editor: Nos complace ofrecer un extracto del libro Intraemprendedores. Reinventa tu empresa con espíritu start-up escrito por José Manuel Vega y publicado por Libros de Cabecera.

Los valores del emprendedor

La gran crisis mundial iniciada en 2008 catapultó la palabra «emprendedor» a todas las conversaciones. Se hizo tan popular que hasta entró en el vocabulario habitual de los políticos junto a anglicismos como «start-ups» o «business angels». Emprender parecía la solución a la crisis.

El adjetivo «emprendedor» evolucionó hasta convertirse en la nueva denominación que usaban empresarios, freelancers, gerentes de pymes y autónomos que eran percibidos así, con una mayor simpatía social, porque «emprendedor» es sinónimo de joven, luchador, valiente, trabajador... En el imaginario colectivo, «empresario» es aquel que gana mucho dinero a costa del trabajo de los demás, sin embargo, «emprendedor» es un valiente que inicia un camino nuevo por el que no se ha transitado antes, como un escalador que abre una nueva vía en la montaña o un aventurero que descubre nuevos territorios.

El espíritu emprendedor es observado con envidia por las grandes compañías. Mientras sufren para generar motivación entre sus empleados, comprueban como las start-ups son capaces de ultra-motivar a sus equipos. ¿Cómo es posible que pequeñas empresas con vocación global sean capaces de poner en aprietos a las grandes compañías internacionales?

Por eso es que múltiples estudios han tratado de identificar esos signos de identidad que distinguen al espíritu emprendedor. Ya hemos hablado sobre ellos en la introducción. Éstos son los principales:

  • Pasión y liderazgo. Los emprendedores son líderes que defienden sus proyectos con una pasión inusitada.
  • Ambición. La ambición es el motor que empuja al emprendedor a actuar. El buen emprendedor es aquel que además gestiona bien la dosis correcta de ambición. Una dosis excesiva puede provocar frustración por ser incapaz de alcanzar los grandes objetivos marcados. La ausencia de ambición desembocará en inactividad y conformismo.
  • Curiosidad y observación. El buen emprendedor es un ser curioso, con interés por los detalles, con olfato para el entorno y sus cambios: tecnológicos, culturales, sociales, económicos, políticos, legales,… El cambio es la oportunidad para acceder a un nicho inexplorado que abra la puerta de un gran negocio.
  • Creatividad e ingenio. La innovación llega en muchos casos por la generación de nuevos modelos a la hora de abordar los problemas de siempre. El buen emprendedor destaca por su creatividad y por su ingenio a la hora de idear soluciones.
  • Capacidad de ejecución. El emprendedor no es tanto aquel que genera ideas revolucionarias sino el que destaca por tener una gran capacidad para llevarlas a la práctica. El emprendedor tiene fuertes aptitudes técnicas, domina el entorno digital y disfruta siendo un early adopter.
  • Mentalidad ganadora. El camino del emprendimiento supone en muchos casos un vía crucis, repleto de problemas y trabas de todo tipo. El emprendedor debe ser valiente, perseverante, con fuerte capacidad de superación. El emprendedor no se rinde. Emprendedor es aquel que aguanta.
  • Honestidad. La obsesión por alcanzar los objetivos marcados no debe justificar cualquier medio para conseguirlos. Por eso la actuación del emprendedor debe ser ética y responsable.

Pero todos estos valores no son únicamente aplicables a un entorno emprendedor. De hecho, cualquier gran compañía estaría encantada de encontrar estos valores entre sus candidatos, por encima de titulaciones y masters. Desgraciadamente, es algo que no se enseña en la universidad ni se recoge en un diploma.

¿Qué ocurre entonces para que a la gran empresa le resulte tan difícil encontrar candidatos con estas cualidades?

¡Libertad, libertad, libertad!

La clave está en un octavo valor, tan importante o más que todos los anteriores y que es especialmente valorado entre la comunidad emprendedora: la libertad.

El emprendedor valora mucho su independencia, entendida en su sentido más amplio: libertad para poder elegir, libertad para actuar a su manera, libertad para poder equivocarse sin dar explicaciones.

Sólo los jóvenes y los locos inician proyectos imposibles, pero algunas veces esos proyectos se convierten en realidades increíblemente rentables. El emprendedor usa como modelo a los jóvenes y a los locos, porque son realmente libres. A medida que envejecemos, nuestro sesgo hacia el análisis de posibilidades y casuísticas nos hace menos arriesgados, pero sin asumir una cierta dosis de incertidumbre, nos será muy difícil salir del conformismo y la monotonía.

Por eso la gran empresa tiene serias dificultades para encontrar los valores emprendedores en sus futuros candidatos: la libertad que busca el emprendedor está reñida con la capacidad de maniobra que puede ofrecer la gran empresa, acostumbrada a constreñir a sus empleados bajo rígidos horarios y procedimientos.

Por tanto, la libertad para iniciar un camino propio es algo más que una cualidad del emprendedor. Es incluso una característica obligatoria en todo aquel que inicia una actividad por su cuenta. La libertad está íntimamente ligada al emprendedor, porque emprender es también una forma de vida.

Freelance lifestyle

Seguro que a ti también te ha pasado. Cualquier empleado con talento y ambición se ha preguntado así mismo en múltiples ocasiones: «¿por qué no puedo hacer las cosas a mi manera?». Este sentimiento es la semilla que desata el espíritu emprendedor.

Hace mucho tiempo que profesionales cualificados e inquietos en busca de esa libertad de acción empezaron a trabajar por su cuenta ofreciendo sus servicios de manera independiente, popularizando así el término «freelance». Lo curioso es que no estamos hablando de un concepto nuevo ya que, según la Wikipedia, fue acuñado inicialmente por Sir Walter Scott en 1820 para describir a un caballero mercenario que no servía a ningún señor concreto y cuyos servicios podían ser contratados. El término proviene de «free» (independiente) y «lance» (lancero), algo así como «lancero libre».

En los últimos años, Internet ha catapultado las posibilidades del trabajo freelance: más medios y capacidad para la formación continua, herramientas de comunicación y colaboración, trabajo a distancia, eliminación de barreras geográficas con la posibilidad de ofrecer una actividad a nivel global, etc.

Afortunadamente en la actualidad hemos superado ese falso tópico de que el freelance es un hippie que se levanta tarde y trabaja por las noches. Según las asociaciones del sector y sobre datos de Estados Unidos donde este fenómeno está mucho más extendido, los profesionales freelance más habituales son escritores, traductores, diseñadores, programadores y publicistas, es decir, perfiles de cualificación media-alta. En estos casos, el profesional freelance valora por encima de todo la libertad de acción que le proporciona su independencia, superando con creces algunos inconvenientes como la falta de estabilidad, coberturas y derechos sociales.

Aquellos que sostienen que el freelance es un trabajador precario no entienden que ser freelance no es un trabajo, sino una forma de vida. El freelance elige su situación laboral, no se ve obligado a aceptarlo sin más. Además, el que prueba y consigue consolidar unos ingresos más o menos estables, en raras ocasiones vuelve a la disciplina empresarial. El auténtico profesional freelance además de independiente, tiene algo de idealista, de rebelde y de soñador.

Definiendo al intraemprendedor

Start-ups, pequeñas agencias y empresas de reciente creación han hecho suyos estos valores propios del espíritu emprendedor para ofrecer esa misma imagen dinámica y atrevida de los mejores profesionales freelance. Y no sólo hablamos de una cuestión de imagen, también es la manera de poder atraer al mejor talento hacia sus filas, porque el talento atrae al talento.

No basta con ofrecer más dinero a los candidatos, promociones internas o formación al uso, de ahí que los métodos del management tradicional no funcionen con los emprendedores.

Las empresas están obligadas a proporcionar un paquete completo de medidas que las convierten en verdaderamente atractivas para el profesional de perfil emprendedor, como libertad de acción sin caer en el desgobierno interno, aceptar el error para promover la experimentación, esforzarse por generar estímulo intelectual y buen ambiente entre sus empleados y en definitiva, tratar a las personas «como personas» y no como «recursos humanos».

Así es como el espíritu emprendedor vuelve poco a poco a la empresa y nace el concepto de «intraemprendedor»: profesional de ADN emprendedor que se desarrolla dentro de una gran compañía, la cual es consciente de su talento y le permite explotarlo.

Es muy importante destacar que la figura del intraemprendedor sólo tiene sentido si se genera una relación bidireccional: el profesional tiene grandes valores que aportar y la empresa no sólo le invita sino que le dota de la libertad necesaria para desarrollarlos.

¿Qué puedo hacer para convertirme en intraemprendedor?

Desgraciadamente, los sistemas educativos actuales y la universidad no suelen incluir en sus programas la promoción y el desarrollo del espíritu emprendedor. Además, los valores del emprendedor son muy difíciles de medir, de evaluar y de recoger en un currículum. Poco a poco la situación va cambiando, empezando por lo educacional, pero también por la aceptación social que tenemos hacia la actividad emprendedora.

El sector de la gastronomía, en el que España es una potencia mundial, es un buen ejemplo de cómo una buena estrategia global de largo plazo puede proporcionar grandes resultados. No es una casualidad que España tenga algunos de los mejores cocineros del mundo y de los restaurantes más premiados.

Nuestro país tiene un clima y una ubicación que le permite disponer de alimentos de alta calidad, pero no sólo con una gran materia prima generamos reconocimiento. España lleva años formando cocineros en sus escuelas especializadas en hostelería, fomenta la gastronomía en la televisión con programas que a pesar de su vertiente lúdica giran alrededor de la cocina y la popularizan, hay concursos infantiles de cocina para que los más pequeños lo adopten con naturalidad, disponemos de una oferta editorial que no tiene comparación con ningún otro sector y lo más importante de todo, cocinar está aceptado socialmente y es percibido con gran valor, como algo claramente positivo. Este es el caldo de cultivo que tenemos que generar para que se desarrolle masivamente el espíritu emprendedor e intraemprendedor.

Por tanto, el primer paso para los empleados que quieren convertirse en intraemprendedores y para los directivos que quieren ayudarles, es buscar la inspiración fuera de los circuitos habituales, porque como decía, el sistema educativo actual es ajeno al espíritu emprendedor. Y no hay mejor lugar para buscar la inspiración que en las start-ups y los emprendedores que ya han tenido éxito. ¿Qué es lo que hacen para ser capaces de revolucionar sus mercados?

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Acerca del libro

Intraemprendedores. Reinventa tu empresa con espíritu start-up

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José Manuel Vega

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Acerca del autor

José Manuel Vega

José Manuel Vega

José Manuel Vega (Valladolid, 1974), es Ingeniero Superior en Electrónica e Ingeniero Técnico en Telecomunicaciones por la Universidad de Valladolid. Además de la ingeniería, su otra pasión es la música rock, a la cual se dedicó durante cerca de 20 años, dando conciertos por España y Europa, y llegando a grabar cuatro discos. Empezó su andadura profesional en el mundo de las ventas en Unitronics Comunicaciones y continuó su trayectoria en la multi­na­cional alemana Siemens.

Actualmente es socio de El Equipo E, una agencia española dedicada a la creatividad digital. José Manuel también desarrolla su actividad profesional como conferenciante sobre ventas y estrategia digital.

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